viernes, 10 de agosto de 2012

¿Quién es el monstruo ahora? ¿eh?

Hola simpática gentucilla. ¿Me habeis echado de menos? Yo a vosotros no, pero me rezuma tanto veneno dentro que lo tengo que contar, aunque nadie lo lea, a mi me da lo mismo.

Los que vislumbran lo que pasa por mi mente creen que soy un monstruo, porque tras mi fachada de hija fiel y amiga leal se esconde una reina alien dispuesta a comerse a todos los humanos y reemplazarlos por su progenie, por lo que hay dos o tres personas en el mundo que por este motivo opinan que soy un monstruo. Muchos de los lectores de estas líneas también piensan que lo soy, ya que soy capaz de montar una pantomima para organizar un despido disciplinario (lo que llaman por ahí un Doble D) de alguien que me cae mal, o hacerle mobbing para que se vaya, pero de manera sutil y despiadada, pero yo no creo que sea más monstruoso que tú, que la diputada Elvira Rodriguez, que tiene cinco casas en Madrid pero finge que no vive en Madrid para cobrar la indemnización de no vivir en Madrid o que tu prima la que escucha radio patio y difunde rumores de unos y de otros por todo el vecindario sin cotejar si son ciertos o no y sin obtener ninguna recompensa a cambio, sólo el mero placer de difundirlos.

Hace dos a semanas sucedió algo que me ha hecho darle vueltas a un asunto  en el comedor sucedió algo que me hizo pensar. Parece que los de recursos humanos somos el enemigo, o el amigo del patrón. No es algo nuevo, no es nada que no haya visto antes, pero es desalentador.

Un grupo de trabajadores estaba discutiendo un asunto en el comedor de la empresa. Algunos se quejaban de horas extra no remuneradas, lo que parece ser una práctica habitual en Everyguays. Otro comenta que no sabe quien soy pero tengo pinta de jefa y un látigo colgado del perchero, por lo que debo ser una especie de monstruo. Cuchillean bajito para que no les escuche desde la mesa en la que estaba comiendo con mi equipo.

De pronto sonó un teléfono móvil. El propietario del teléfono lo puso en silencio y pasó de contestarlo, pero pude ver que era un cacharro de esos de la marca de la manzanita. Alabó que era una maravilla todo lo de esa marca y que Steve Jobs era un puñetero genio. Oído esto le comenté a mi becario, con el que estaba comiendo que iba a ver un experimento psicológico estilo Cesar Millán, aunque estas situaciones sólo las puede solucionar el primo del Hermano Mayor que toma Zumosol. Me levanté y me dirigí hacia los de la mesa del propietario del móvil manzanito con paso decidido.

-Levanta de la silla y ponte de rodillas. - Le espeté con voz firme. Todos me miraron, pero no digeron nada. El sujeto al que miraba se puso en pié y tampoco dijo nada. - He dicho que vengas aquí y te pongas de rodillas. -Le exigí de viva voz. Se acercó tambaleante, me miró a los ojos y se puso de rodillas. Como no saben que cargo ocupo en la compañía me miró con cara dubitativa y cuerpo temblón desde abajo y me miró a los ojos arrodillado en el suelo. Se escucho un leve cuchicheo y de nuevo un silencio que se podía cortar con cuchillo.

-Dime eso que has dicho antes de Steve Jobs, por favor- -Le pregunté.
-Era un genio y tiene una visión de negocio y de la industria que... -respondió con voz temblona.
-¡Paparruchas! Hacía trabajar a su equipo ochenta horas semanales y su equipo le adoraba. No, espera, sé lo que estás pensando, que soy un monstruo, pero tu adoras a un casi esclavista cuya compañía utiliza a casi esclavos en china para hacer sus productos y que incluso a su equipo más próximo les tenía doblando turnos todos los días. 
-Pero tenía la visión...
-¡Ni visión ni niño muerto vestido de payaso!, ¿Piensas que soy un monstruo?
-No...
-¿Y vosotros qué? Todos miráis en silencio mientras humillo a vuestro compañero haciéndole arrodillarse. ¿Quién es el monstruo ahora eh? Steve Jobs, vuestro compañero que le adora por encima de los Reyes Magos, Yo, o vosotros, que no le defendeis ni os atraveis a decir nada? ¿Eh? ¿Venga, quien es el monstruo? ¿Tú, Pocahontas? Digo señalando a una mujer con parecido con el personaje. -¿Tú compañero el gallina? -Digo señalando a quien está en el suelo de rodillas frente a mi.- Ponte en pie, y a las dieciocho cero cero todos evacuais la oficina, excepto que tengáis que terminar algún trabajo para un cliente y no haya horas materiales os pirais, que vuestro jefus no está, y si está pero no tenéis trabajo pues que se la pique un pollo, porque aquí gente haciendo horas sólo para satisfacer a su jefus como que no hace falta. Es una nueva norma y el lunes saldrá en la circular de la empresa.-  Pausa para coger aire.- Si vuestro jefus tiene problemas por que os marchéis a vuestra hora que se pase por mi sitio y utilizaré la herramienta del perchero para persuadirle, que la reservo para quien haga falta y tengo ganas de estrenarla. Por cierto, me llamo Pecorilla Descastada y soy la nueva directora de Recusros Inhumanos.- Pausa dramática.

-¿Quién es el monstruo ahora? ¿eh? ¿eh?

Y les dejé cuchicheando mientras volvía a la mesa a comer con mi equipo. Le pregunté al becario si había tomado buena nota. A las 18:00 sólo quedaba en la oficina un jefus dando vueltas buscando a su equipo y un técnico arreglando una avería. ¿todavía piensas que soy un monstruo?

1 comentario:

A las pecorillas nos gustan los cotilleos y la polémica, así que nútreme con tu opinión.