jueves, 24 de junio de 2010

Los que se jactan de no dar un palo al agua

Hay mucho fantasma suelto. Hay quienes presumen de habilidades de las que carecen, exageran sus méritos o bien se cuelgan medallas ajenas, es normal en la sociedad en la que vivimos, y al final todo el mundo aprende más o menos a distinguir esa clase de trolas y a vislumbrar la realidad que se esconde tras la exageración. En otras culturas en las que la gente es más introvertida simplemente con que no se note ninguna deficiencia en su trabajo o en las cosas que hacen la gente se apaña.

Después está la corriente opuesta del pensamiento: aquellos de estar orgullosos de no dar un palo al agua, porque están en un puesto en el que no se trabaja o bien se escaquean todo lo que pueden. De nuevo en algunas culturas como la escandinava esa clase de individuos no se regodean, son celosos de su privacidad y cuando incumplen su trabajo o no tienen nada que hacer y están ociosos procuran que nadie se entere.

Este no es el caso de nuestro ejemplo de hoy, Ricardo Peréz-oso, o simplemente perezoso. Hoy estaba en el bar que hay justo enfrente de la oficina cuando un grupo de trabajadores estaba comentando lo muchísimo que trabajan y de pronto uno de ellos empezó a regodearse delante de sus compañeros diciendo que vive como un rey y no da un palo al agua. Por lo visto el amigo Pérez-oso ha estado toda la mañana compitiendo al sudoku en un portal web.

Es una lástima que me toque auditar su departamento la semana que viene. Desde luego no lo entiendo. Sí uno trabaja poco y está ocioso pero está dispuesto a aliviar el trabajo a sus compañeros cuando están sobrecargados, o al menos a disimular un poco no sea que sus compañeros denuncien que es un vago o que tomen medidas contra él pues es comprensible pero hay algunos casos extremos que se escapan a la razón.

Me vi obligada a meterme en esa conversación ajena y a preguntarle si no le preocupa que alguien le escuche y tome medidas contra él.
-¿Y quien me va a escuchar?
- Pues por ejemplo alguien de recursos humanos, o tu jefe.
- Mientras los informes estén bien el jefe pasa de todo.
- Ya, bueno, pero aún así es un riesgo.
- ¿Es que van a tomar medidas por algo que se dice fuera del trabajo?
- No, tu vida privada es privada, pero el bar tecnicamente es un sitio abierto al público.
- Bueno, déjate de cosas técnicas, porque aunque me hayan oído eso son cosas que se dicen porque planteado así me da un poco de mal rollo.
- Tienes toda la razón, no se puede hacer caso a todo lo que se oye por ahí (que me lo digan a mi después de haber sido seeccionadora en un departamento de recursos humanos). Y además aunque te hayan oído, ¿qué es lo peor que podría pasar?
- Nada, soy como una institución. No me pueden echar.
- Ya claro, eres imprescindible...
- ¡Exacto!
- Bueno, me marcho que tengo que fichar.
- De acuerdo, pero porque te retrases un poco no pasa nada.
- Ya, adiós.

Me pregunto que cara se le pondrá cuando nos presenten formalmente el lunes. Me recorren escalofríos de placer sólo con imaginármelo.

Atentamente,

Pecorilla descastada
Consultora de Recursos Inhumanos.

viernes, 18 de junio de 2010

Mi deporte favorito: despedir gente

Buenos días.

Bienvenidos de nuevo, leales seguidores y lectores que os acercais por primera vez. En estos días que sólo se habla del mundial de fútbol publico esta nota para sincerarme con vosotros y hablar de uno de mis deportes favoritos, porque no todo va a ser darle a la pelota en esta vida, pero antes os pongo en antecedentes.

A pesar de la purga realizada en SlaverCorp siempre quedan refugiados en algunos departamentos. Existen algunos trabajadores que son escoria laboral, no son eficaces, no son proactivos y mucho menos resolutivos. Es más, ni siquiera están capacitados intelectualmente para realizar su trabajo.

Pero hay dos clases de especialistas que no saben lo bastante. Los que son conscientes de su capacidad y se esfuerzan por estar a la altura y los demás, que siendo conscientes de su limitación les da o mismo y van a la oficina a pasar el día.

En el ERE no pudimos despedir a algunos de ellos, porque las prioridades marcadas eran el ahorro y hubo que despedir a trabajadores con los sueldos más altos aunque fueran productivos.

En el área de Gestión técnica hay un personaje de este segundo grupo. Es conocido como Lum-Vago. Además de ser conocido por sus dolores de espalda y por la baja más larga de la historia de la empresa, también tiene multitud de ausencias injustificadas especialmente en viernes y vísperas de festivo y no da un palo al agua, pero en el sistema que tenemos para medir el rendimiento parece que trabaja más que nadie.

Pero no es fácil despedirle, puesto que sus compañeros de departamento le cubren siempre, aunque estén enmarronados por tener que hacer el trabajo de él además del que les corresponde.

Lo que he descubierto es que su departamento está sobredimensionado. Hay ocho técnicos, pero en realidad la carga de trabajo habitual es para seis. Si sus compañeros se vieran ahogados podríamos reestructurar el departamento y quitar a una persona de allí para reforzar otro departamento. Pero en realidad no es lo que quiero. Para un departamento en el que no están ahogados no quiero tocarle. Simplemente deseo que esa persona que no trabaja y defrauda a la empresa sea recolocada en otro sitio. Por ejemplo en un que se llama Oficina de Empleo.

Mi deporte de esta temporada va a ser buscar algún método de conseguir que esta persona sea despedida de manera procedente. Además voy a intentar que le comunique el despido justo cuando regrese de sus vacaciones.

No me miréis así. Las pecorillas descastadas no somos diferentes a ti. Simplemente hace mucho que de vez en cuando nos desmarcamos del rebaño y hacemos aquellas cosas que todas las demás ovejas desean hacer pero no se atreven.

Se despide,

Pecorilla Descastada.
Consultora en Ajuste de Recursos.