lunes, 22 de junio de 2009

El día que descubrí que soy una mala pécora

Decidí suprimirla de mi vida. Siempre he sido una mala pécora en potencia, pero ese día fue el que por acción o por omisión voluntaria me convertí en ello. Voy a ser sincera, porque no gano nada con mentiros. Siempre he sido más mala de un dolor, pero no deliberadamente. Ese día fue mi verdadero despertar como pécora.

Éramos amigas desde hacia varios años. Ambas habíamos trabajado durante los meses de verano en el mismo ugar y apsesar de dejar de trabajar allí seguimos conservando nuestra amistad. Hasta que un día me cansé.

Era rematadamente tonta, y estaba perdidamente enamorada de un hombre casado. Forma parte de ese tipo de personas con las que disfruto riéndome de ellas.

Primero empecé evitándola.

La veo aparecer a la vuelta de una esquina y rápidamente cambio de acera. Me ve y se cambia de acera. Como no quiero seguir andando hacia el inevitable encuentro me detengo frenta a un escaparate de una agencia inmobiliaria y me intento concentrar en un letrero de esos. Finalmente llega a dónde yo estoy.

- Hola.
- ¡Hola! - Respondo fingiendo sorpresa.
- Me ha parecido que intentabas evitarme.
- ¿Evitarte? Qué tontería.
- Entonces nos vemos luego.
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque tengo otros planes que no te invlucran para nada.
- Si vas a quedar con las chicas de la plaza me apunto.
- Entonces te digo que no he quedado con ellas.
- ¿Y que vas a hacer?
- No es de tu incumbencia.
- Somos amigas.
- No te pongas así.
- Fale, pero entonces dime que vas a hacer.
- De acuerdo, he pensado en quedar con unas amigas a las seis a la puerta de los cines del centro.
- Allí estaré.

A las siete me mandó un mensaje preguntando que donde estábamos, que si habíamos entrado al cine sin ella. Por lo viso se quedó en la puerta del cine hasta que los cerraron.

Después me mandado múltiples correos, pero los he borrado sin leerlos. He agregado su dirección de correo electrónico a la lista de spam. Me ha escrito desde otras direcciones  me ha llamado desde números ocultos o desde el teléfono de otra gente, pero yo siempre la he evitado.

Es un infierno que me cuente siempre las mismas anécdotas en las que rememora los dos meses en los que fuimos compañeras de trabajo hasta el punto de que buenos momentos me parecen aborricibles.

Todo gira en torno a ella y que hombre con el que está saliendo haga doce horas que no le llama es una tragedia sin solución. Me cuenta sus desgracias y sus alegrias tres veces o más. Una por teléfono, otra por SMS y otra por correo electrónico, eso si no me pilla por banda y me lo cuenta en persona.

Desde que no tenemos ninguna relación y no sé nada de su vida soy más feliz.

5 comentarios:

  1. En estos casos lo mejor es decir la cosas claras, si no pasa que no te los quitas de encima nunca

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  2. No sale ni con disolvente! Algunas personas no se enteran hasta que te ves obligado a herirlas (emocionalmente). Encima, después te odian! Hay que ver, qué injusticia!

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  3. Bueno, en estos casos lo mejor era ser mas sincera, seguramente si se lo decías claro y pelado, muy posiblemente te dejaría de hablar de una vez y para siempre, hubieras matado dos pájaros de un tiro.

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  4. Creedme cuando digo que ella no entiende el significado de "tía, eres una pesada, no quiero saber nada de tu vida".

    Además yo no soy así de directa. Aunque me gusta golpear una sola vez y que sea la definitiva me va más hacerlo por la espalda, que no me vea venir, claro que en este caso no me vio ni marcharme.

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  5. la verdad me parece muy original tu blog , muy original . te felicito . te voy a seguir . si te interesa algo de mi blog unete a mis seguidores gracias un beso y chau

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A las pecorillas nos gustan los cotilleos y la polémica, así que nútreme con tu opinión.