miércoles, 3 de junio de 2009

Lo que hace falta es un sargento

Cinco horas me ha tenido esta mañana el señorconsultor preguntándome cual es exactamente mi trabajo y que medidas se pueden tomar para mejorar el ambiente de trabajo y el rendimiento de los trabajadores.

A la primera pregunta la respuesta es muy larga y lleva varias horas responderla, pues aunque estoy dada de alta como archivista no solo ttengo que gestionar toda la docuemntación de la empresa sino que además tengo que hacer de niñera, de profesora, formar a los becarios, enseñar a hacer su trabajo a todos los demás que se supone que son grandes profesionales de su oficio y además en ocasiones hacerles su trabajo e imputarles sus horas extra, cuando resulta que ya les he enseñado a hacerlo tres veces y que encima se han marchado a Rio de Janeiro en viaje de placer mientras yo me encargo de que sus horas extra estén facturadas.

Menos mal que me niego en redondo a hacer el trabajo de otros, auqnue aún así termino a haciéndolo, porque el jefe supremo del lugar me obliga a hacerlo, aunque siempre me lo cobro a mi manera, aunque insuficientemente.

La respuesta a la segunda pregunta es tener un sargento. Uno que sea un auténtico Nazi, metafóricamente hablando. Uno que no tenga ningún escrúpulo a la hora de dejarles clara a la chusma que son gentuza de segunda y que el trabajo bien hecho es lo que les aportará la felicidad. Alguien con quien tengan cero ganas de escaquearse, con tal de no escuchar la bronca que les va a caer.

En fin, que para que eo consultor me tenga cinco horas perdiendo el tiempo para que yo lediga algo que es evidente no hacía falta que la empresa le contratara, con que me dieran a mí la mitad de lo que el consultor les cobra es suficiente.

En fin, para matarles a todos.

2 comentarios:

  1. Pues mira, te doy la razón. He trabajado a las órdenes de dos tipos de jefe: el nazi y el coleguita. Directamente, te digo que me quedo con el nazi. Y tú comprenderás por qué. Ahora mismo, mi sección es una merienda de negros, y yo odio a mi jefe. Un jefe de buen rollo da después las puñaladas más traperas por la espalda. Además, a los compañeros nos ha desunido y no hay más que desconfianzas.
    Lo que tú dices. Se necesita a alguien que ponga los puntos sobre las íes.

    Serás una pécora, pero qué razón tienes...

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  2. Y además razón de la buena.

    Prefiero que mi jefe deje claras las cosas desde el primer día y no que te enteres que es tu jefe cuando veas que ha actuado como tal por primera vez y que su primera actuación visible es firmar una carta de despido.

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A las pecorillas nos gustan los cotilleos y la polémica, así que nútreme con tu opinión.