lunes, 25 de mayo de 2009

Ayudando a hacer el parte de horas

Odio hablar por teléfono y odio el sonido del teléfono.

El viernes estaba finalizando un informe y preparada para irme a casa cuando suena el teléfono del trabajo.

¡Ring! ¡Ring!
- ¿Digamé?
- Pecorilla, vete a ayudar a Cerdocostroso a meter el parte de horas en el ordenador.
- Ese no es mi trabajo. Finalizo el informe con el que estoy y me marcho de viaje de fin de semana.
- Soy el jefe y te digo que te vayas a ayudar a Cerdocostroso.
- ¿Por qué no le ayuda alguien de recursos humanos, por ejemplo el becario que tienen de adorno?
- Los de recursos humanos ya se han ido.
- Pues que se quede Cerdocostroso sin imputar las horas y le sale más barato a la compañía.
- Aquí se imputan todas las horas, así que no me torees y vete a impitarlas..
- No me pagáis para eso y no lo voy a hacer.
- No, si ahora querrás que te paguemos por cada cosa que haces.
- Evidentemente. Trabajo por dinero. Funciones adicionales sueldo adicional.
- No tientes a tu suerte, que estamos a un tris de presentar suspensión de pagos.
- Como usted diga, Torobufador, pero que sepa que no lo hago por gusto y que me lo voy a cobrar.
- Eso ya se verá, imputa todas las horas.
- Eso es lo que voy a hacer.
Click. Cuelgo el teléfono.
Total, cojo el ascensor, subo ocho plantas y voy hasta la mesa de Cerdocostroso. Allí no hay nadie. Parece que se ha ido todo el mundo a casa. Me fastidia quedarme la última.
En su pantalla hay un post-it diciendo que se ha tenido que marchar por una urgencia, como si los viernes por a tarde no le urgiera a todo el mundo desaparecer del trabajo antes de que se forme el megaatasco de salida del polígono. Estaba anotada su contraseña de la herramienta para imputar los partes de horas y tenía sobre su mesa la relación de horas trabajadas, que según él era imposible pasar a la herramienta.
Imposible no es, lo que sucede es que quiere imputar jornadas de 26 horas y la herramienta no le deja, obviamente, porque el exceso de horas lo tienes que poner en la jornada siguiente. Relleno diligentemente su parte de horas y de paso reviso el mío, ya que me toca ponerme una hora extra por la que me ha hecho perder este tío.
Le dejo una nota diciéndole que todas sus horas están imputadas.
Espera, ¿he dicho antes perder? quería decir ganar. He dicho que he imputado todas sus horas, no he dicho a quien se las he imputado. Cuando le ingresen la nómina se dará cuenta.
Bajo de nuevo otras ocho plantas y finalizo mi informe. Lo envío y me marcho de allí. Por su culpa voy a tragarme todo el atasco. El mes que viene Cerdocostroso pagará mi gasolina.

2 comentarios:

  1. Dime, ¿cómo se hace para trabajar 26 horas en una jornada, o siquiera en dos?

    En cualquier caso ya me imagino a quien has imputado el exceso de horas que la herramienta no te dejaba imputar a Cerdocostroso.

    Supongo que le darás las gracias por ayudarte a comprar unos zapatos monísimos.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Nunca se me ha quedado más cara de tonto que una ocasión en que me sucedió algo muy parecido. Un compañero que, faltando pocos minutos para acabar la jornafa, me pide ayuda y cuando acudo resulta que se escaquea. Estas cosas son las que te envenan la sangre. El resultado fue que tuvo una llamada de atención al día siguiente por haber dañado un par de cosas. Yo puse cara de bueno...

    De todas formas, con las nóminas es peligroso jugar. ¿Ya estás preparada para la reacción?

    ResponderEliminar

A las pecorillas nos gustan los cotilleos y la polémica, así que nútreme con tu opinión.