martes, 5 de mayo de 2009

Los muertos están muertos, y así se deben quedar

Una de las cosas que más hace que se me remueva la bilis es la falsedad y el amarillismo, y no me refiero a los medios de comunicación, sino a las personas.

Por ejemplo, mi amiga Vero, que es más tonta que las piedras está asustadísima por el tema de la gripe porcina. "Es una tragedia", se dice así misma. "¿Hasta donde va a llegar?".

Cuando le contesto que no es tan grave me contesta que estoy loca. Ya es cuando le tengo que decir que busque los datos de cuanta gente muere al año por causas derivadas del tabaquismo, los accidentes de tráfico y otras cuantas cosas semejantes.

Si empiezas a hacer cuentas la gran mayoría de la gente en países civilizados muere de cuasas totalmente evitables, consecuencia de un estilo de vida pecaminoso que les lleva derechos a la tumba. Lo peor es que se llevan en su camino a otras personas que no tienen nada que ver.

Si nos quitamos la venda de los ojos veremos enfermedades no autoinducidas y atentados terroristas matan muchas menos personas que los accidentes de tráfico, los cánceres de piel, que nos provocamos tomando el sol sin la debida protección y otras causas parecidas.

Yo estaré loca, pero su estrechez mental ni siquiera me provoca un poco de pena. Al fin y al cabo yo moriré vomitando bilis por todo el asco que me provoca la gente como ella. Sin embargo otras personas, como Vero la tonta, morirán empotrando su bonito Renault Megane contra un camión por ir distraídas mirandose las uñas preocupada porque el color no le hace juego con el vestido.

Pobre ilusa, vivir toda la vida preocupada de no morir en un atentado terrorista (y ahora de gripe porcina, habiendo pasado previamente por la aviar) porque según ella es el riesgo más grande al que nos exponemos los españoles y tendrá una muerte de lo más anodina, con su lindo cuerpo atravesando la luna delantera y sus pocos sesos desparramados contra la rejilla del radiador de un vehículo de transporte de ganado.

Puede que el camión transporte cerdos enfermos que la hubieran contagiado al pasar a su lado cn las ventanillas bajadas, como a ella le gusta circular. Irónico.

Al fin y al cabo la muerte es lo único que nos iguala a todos y como se muera una no es lo importante, sino como se vive. Ella tiene la cabeza igual de llena de serrín que el español medio y yo lo utilizo para tapar el olor de los exabruptos que vomita mi lengua viperina.

Cuanto asco me da la gente así de corta. Solo de pensar que he quedado para comer con ella y me voy a tener que morder la lengua hace que tenga ganas de hacer confeti con mis venas.

1 comentario:

  1. ahora habría que analizar a esos periodistas que han alarmado a gente como tu amiga, que estos tampoco se libran.

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A las pecorillas nos gustan los cotilleos y la polémica, así que nútreme con tu opinión.